31/7/09

Desayuno americano.15

Saludo al sol

Verónica Lamas se había dormido en el sillón del living del chalet del Grosellar y se despertó al amanecer.

Frente a uno de los ventanales el médico cumplía con el ritual hinduista de saludo al sol.

-Bien- se dijo- practica lo que predica, eso es bueno.

Quedó fascinada con sus movimientos armoniosos. Su amplio tórax y bíceps brillaban con la luz del sol, su cintura era flexible y sus caderas estrechas. Todo en él destilaba armonía y belleza. Sintió un cosquilleo extraño y no se atrevía a moverse para no interrumpir el clima.

Como sintiendo la mirada en su nuca, Savir se dio vuelta y la saludó.

-Buen día. Acabo de preparar algo similar a un desayuno con lo que encontré en la cocina- dijo- esperaba que te despiertes.

- Ah! Menos mal! – dijo Verónica con una sonrisa- pensé que me habías dejado el rol de la mucama.

- Hay jugo de naranjas exprimido, café y tostadas- dijo Savir dejando pasar la ironía.
Se sentaron en las banquetas del desayunador cuya vista daba a un césped que le pareció el más verde que había visto.

Savir le servía café y jugo sin quitarle los ojos de encima y sin pronunciar palabra.

Al término del desayuno llegó Nicolás con dos celulares nuevos y una bolsa con productos del supermercado.

- ¿Te aseguraste de que nadie te siguiera? Preguntó Verónica.

- Está todo tranquilo. Los celulares tienen característica local, están habilitados y todo está en orden.

Verónica tomó uno de los celulares dispuesta a hacer la llamada. Savir la detuvo poniendo una mano sobre su muñeca y le habló con suavidad y firmeza.

- Verás. Entenderás que esta situación no es cómoda para mí. Estoy en problemas, fuera de mi lugar, no sé como saldré de esto y estoy en manos de una desconocida, esa eres tú. Necesito que me digas con sinceridad quien eres y por que me seguiste.
La mirada de sus ojos negros tenía una mezcla de firmeza y dulzura que la subyugó. Vero sintió la necesidad de ser honesta con él, quizás por primera vez en su vida con un hombre y como entre sueños empezó a hablar.

Le contó todo con lujo de detalles, la enfermedad de su mejor amiga, la manera en que había sabido de él, los detalles de su ida a Mar del Plata.

A medida que la escuchaba, el rostro de Savir se iba iluminando. Confiaba en ella. Sus motivaciones eran tan idénticas a las suyas que no pudo menos que comprenderla y aceptar que decía la verdad.

- Tu empeño no fue en vano- dijo él en el momento en que Verónica, conmovida por su propio relato empezaba a llorar- cuando estemos a salvo en un lugar seguro, lo sabrás con certeza. Ahora debemos hacer esas llamadas. Serán dos: tu avisarás a tu gente de confianza en Buenos Aires que nos manden un vehículo seguro. Yo llamaré a Los Ángeles.

Nicolás Pierri se quedó con una mano sosteniendo la tostada y la boca abierta por la sorpresa. Nunca había visto a su patroncita obedecer las sugerencias de un hombre.
Y mucho menos abrazarlo con lágrimas en los ojos.

- Ustedes sabrán disculpar - dijo carraspeando- creo que antes de hacer las llamadas tenemos que trazar un plan. Esos dos de la camioneta eran unos perejiles, creo que ahora nos tendremos que ver con los pesados de verdad. Yo tengo un plan, si me permiten...

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1 comentario:

  1. qué buena fortuna cuando las causas se unen y hay posibilidades de hacer algo.. muy bueno!

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Gracias

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