29/7/09

Desayuno americano 9

Capturados

Verónica seguía a cierta distancia a los dos hombres que se llevaban a Savir bajo amenazas. Era evidente que lo secuestraban ya que le habían quitado el celular cuando él trató usarlo.

Escondiéndose tras las columnas del primer piso los siguió hasta una puerta lateral que salía a la explanada entre el Provincial y el Casino Central.

Desde allí caminaron rápidamente hacia una Ducato blanca estacionada con el motor encendido y por la puerta trasera empujaron a Savir al interior. Fue todo muy rápido, pero no lo suficiente. Los falsos empleados la vieron al darse vuelta y ella se quedó más tiesa los dos lobos marinos que tenía a su espalda. Los hombres cambiaron miradas y se escuchó una voz que desde el interior de la camioneta les ordenaba

- ¡Traigan a esa mujer! ¡No puede haber testigos!

Salir corriendo era inútil, los ursos la hubiesen alcanzado en dos zancadas y además, tenía interés en ser parte de la comitiva.

Así que fue despojada de cartera y celular yendo a parar junto al médico que para entonces tenía los ojos vendados y antes que pudiera ver la cara de alguien le pusieron otra venda a ella.

El silencio duró varias cuadras. Nadie hablaba, ni siquiera los secuestrados.
Savir notó la respiración agitada de Verónica y rozó su brazo con un codo para darle ánimo. Ella inmediatamente cambió el ritmo de su respiración, como si le hubiera llegado un mensaje en código, y ambos sintieron la descarga eléctrica que se produjo al contacto de sus pieles.

-Definitivamente, hice bien en venir- pensó Verónica.

- Definitivamente, ella sabe algo- pensó Savir.

Después de lo que fue evidentemente una vuelta en círculo (el sonido del mar estaba siempre cercano) la camioneta se detuvo, un hombre de voz grave habló pausadamente dirigiéndose a Savir. Su acento era argentino.

- Así están las cosas, Señor… ¿Rajnesh? Me cuesta pronunciar apellidos exóticos. Bien. Podemos dar por terminado este episodio desagradable en unos pocos minutos, todo depende de su buena voluntad. Recuerde que hay dos personas inocentes involucradas y no deseamos que sufran las consecuencias…¿verdad?

- ¿Dos personas? ¿Quiénes son las dos? Preguntó Savir-
- Ya lo sabe, una es su prima en California y la otra esta señorita que imprudentemente nos ha seguido.

- Bien- Dijo Savir sin mencionar que no creía en la total inocencia de la chica que estaba a su lado- ¿que es lo que pretenden?

- Es tan simple como escribir la fórmula en este papel y firmar - dijo el hombre colocando el cuaderno y el lápiz en manos del médico.

- ¿La fórmula? –dijo con una media sonrisa Savir- ¿Ustedes creen que de existir tal fórmula la llevaría en mi memoria? En primer lugar, la fórmula no existe, y en segundo lugar, si existiera estaría en mi notebook, en la cual evidentemente no encontraron nada.

- No se de que notebook está hablando, doc., pero le aseguro que si no escribe la fórmula en este cuaderno ahora mismo, tendremos que llevarlo en presencia del jefe…y le puedo asegurar que eso será mucho menos agradable que este paseo por la costa.

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