La negra roca de las escolleras
sólida al tacto
prometiendo arena
repite el canto
que desoyó Alfonsina.
¡Carpe Diem!
Ella escuchó sirenas
caminó pasos blandos
-como algas-
dejó recados tristes
y la rosa más fresca.
Le siguió Alicia
-¿destino de poeta?-
Y me dejaron
con lagartijas
siestas
nudos de perlas
sangre seca
y un poema inasible
escondido en la arena.
Carpe diem.
(Humildísimo homenaje a Alfonsina y Alicia)
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