-Bueno, ma, después
voy.
Esa frase de dos
palabras - y la respuesta- dichas a mi hijo que tecleaba en su notebook fue la comprobación empírica
de una teoría: ellos me oían pero no me escuchaban.
Todo empezó cuando
las pocas veces que cenábamos sin televisión- navidad, año nuevo y algún que
otro cumpleaños- yo tocaba algún asunto que para mí ya había sido hablado y
ellos no solo lo ignoraban totalmente, sino que además me recriminaban por no
habérselos dicho antes.
- ¿Cuándo fue eso,
ma?
- ¿Por qué no me lo
dijiste?
- ¡Ves! No nos contás
nada de lo que pasa.
- Sí, que poco
comunicativa sos con nosotros.
La misma reacción
multiplicada por cuatro me sembró la duda: ¿Estaré perdiendo la memoria? ¿Me
estaré poniendo gagá? ¿Me confundo creyendo que hablé de algo que realmente no
hablé? ¡Oh my god! ¿Tendré que tomar memorex? ¡No quiero ser una vieja chota!
El brote psicótico
me duró hasta que descubrí lo que cuento al principio. Desde entonces cada vez
que quiero comunicarles algo a mis adorables compañeros de la vida, me paro
frente -ante, bajo,con, contra- la pantalla del tipo que sea con los brazos en jarra y un silbato en la boca,
levanto la mano como referí marcando un orsay, amago sacar de mi bolsillo la
roja y recién después de la puesta en escena digo lo que tengo para decir. Cabe
aclarar que tengo que cambiar de táctica cada tanto porque el acostumbramiento
me juega en contra. Con suerte y si no tienen los auriculares del iPod puestos,
ni están mandando un twitt por el blackberry, escucharán el 50% de lo que trato
de decirles y el otro 50 lo deducirán según el tono de la piel de mi cara, que
en ciertos casos suele tornar hacia la gama de los violáceos.
Están “en otra”. Pero
no son los únicos. La avanzada zombie crece de la mano de la tecnología y amenaza con generalizarse y dejarnos a todos hipercomunicados, sordos, ciegos e inexistentes para los más cercanos.
En la panadería le
sonrío a un par de chicas que no tienen ni la más remota idea de que les estoy
diciendo o porqué carajo me estoy sonriendo. Ellas están mandando SMS's o haciendo cálculos de
cuánto falta para irse a casa o que sea domingo.
Cuando salgo de ahí
me sobresalta la frenada y la puteada del tachero contra el peatón que cruzó el
rojo respondiendo un mensaje de texto. Por suerte el tachero hacía un minuto
que había mandado el último, si no, no contaba el cuento.
Antes de volver at
home huyendo de los zombies exteriores y encontrarme con los que por lo menos
reconozco por haberlos parido, una hermosa criatura de ojos claros me mira a
los ojos. Lo saludo y me responde. Me ve. Me oye. Me siente. ¡Hay vida en este planeta!. Me olfatea y se va
moviendo la cola.
- ¿Y quien es el
padre, ma?
- ¿El padre de
quien?
- Me dijiste el
otro día que estabas embarazada ¿No te acordás?
- Si, me acuerdo
hijo, pero eso fue hace un año.
- Entonces…¿tengo
un hermano de tres meses y no me avisaste? ¡Ves que nunca contás nada, vos!
juaaaaaaaaa!!! tal cual. los problemas de comunicación entre humanos son los mismos desde hace siglos, y seguirán siendo por un buen tramo más. menos mal que existen los que mueven la cola o erizan los bigotes....
ResponderEliminarjaja te juro que no exagero nada. El pichicho me vio dos o tres veces en el ascensor y me conoce más que mis hijos. :-)
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo, tengo 24 años,pero la generación de mi hermanito de 16 es así, por un lado son como más vivos y la tienen más clara con la tecnología, pero por otro son cada vez más zoombies!!
ResponderEliminarBesos
¡24 años, Jimena con jota, que atrevimiento! ja!
ResponderEliminarBueno, yo no creo que esto tenga algo que ver con la edad, más bien me parece que andan todos muy en sus cosas, como idos,si no están conectados a algo están preocupados por algo, la cuestión es que hay muy pocas personas que REALMENTE ESCUCHAN cuando el otro habla. Eso.
Besugos ¡24 años!
jajajaja...snifffff jajajaja
ResponderEliminarsí sí eso me pasa a mí!!!! ¿cómo es que te pasa a tí?
Las dragonas (no drogonas) estaremos teniendo demasiada vida interior? No lo creo...la comida desaparece...la ropa sucia aparece...no, alguien debe vivir con nosotras. jajaja
¿Habremos sido iguales? ¿y cuando nos pasamos al bando fantasma? yo sigo siendo igual que hace años...bah, eso creo.
Será consuelo de tontas...pero no me siento sola, jajaja (mi marido está sordo de verdad!!!!)
jajaja Moni, yo ya me acostumbré a hablar con el gato siamés de mi vecina del 7º. En una de esas nos sirve como entrenamiento para aprender a comunicarnos con otras especies no-vegetales jaja!
ResponderEliminarJajajaja... juro qe lo de "estoy embarazada" no se me había ourrido para intentar fijar la atención de la platea. Claro que si ni con esas... no sé qué corno podría inventarme ya. :-(
ResponderEliminar¿Me falta una pestaña que había en el diseño previo, o estoy yo también gagá y no la encuentro?.
¡A los buenos días amiga! :-)
No, no falta nada, Galle. Es que "Al margen" se transformó en Aquí y Ahora. Pero todo está en construcción, nada es definitivo aún.
ResponderEliminarJaja! ni el "estoy embarazada" nos salva de la sordera familiar...OMG