25/3/10

Camino al Oscar

Estoy bajando de la limousine cuando descubro que una de mis medias negras tiene una enorme corrida en la parte trasera del muslo que deja al descubierto unos largos y negrísimos pelos. Mi vestido tiene un tajo que va desde el final de las nalgas hasta los pies, pienso, por lo que será imposible disimular el percance.


Esto no puede estar pasando. Estar nominada para el Oscar a la mejor actriz y llegar con una media rota, pienso, y me siento confundida. Bueno, de última y si no lo gano, entraré en la historia grande de la cinematografía por ser la única mujer que atravesó la Red Carpet con una media corrida, pienso, y me confundo porque lo pienso como si fuera lo más normal del mundo.

Más confuso aún me resulta que nadie repare en el detalle que a mí me desvela, cuando descubro que el tajo del vestido desapareció, y en cambio se ciñe a mí como si fuera una cola de sirena. Tanto se ciñe que me aprieta el vientre y me da ganas de hacer pis, sin contar que con esa cola no puedo dar más que pasitos de geisha maniatada. Hubiera preferido que se vea mi media rota, pienso, y me confundo más aún.

Cuando a duras penas puedo ocupar la butaca que está reservada para mí, aparece el conductor de la ceremonia. Es Marley. Esto sí que no puede estar pasando, debe ser un sueño, pienso, mientras el vestido sigue oprimiéndome y las ganas de hacer pis ya son insoportables.

Ojalá que no gane. No quiero ganar. No puedo subir al escenario en estas condiciones, pienso, mientras busco con la mirada una puerta que diga “baño”. Pensándolo bien, la puerta en cuestión no puede decir “baño” porque estoy en Hollywood y siendo una actriz estadounidense no puedo olvidarme de cómo se dice baño en inglés.

Me dirijo al señor de frac que está sentado a mi lado, y Georgie Clooney me responde con una sonrisa. Quiero preguntarle donde queda el ¡como carajo se dice baño en inglés! pero solo me sale una palabra ¡pis!

En la pantalla gigante estalla un juego multicolor de luces que dicen PIS, PIS, PIS. Mi vejiga y mis riñones estallan y gritan PIS, PIS, PIS.

Me levanto de la butaca y corro por el pasillo, el vestido tiene nuevamente su tajo original, que suerte, pienso, y corro hacia una puerta que dice “baño”, que debe ser para los nominados a mejor película de idioma extranjero, pienso como si eso fuera lo más natural del mundo.

Al fin, me siento en el inodoro y dejo salir toda la presión acumulada. PIS, PIS, PIS. Un chorro tibio, interminable, aliviador, maravilloso de PIS.

Mauricio me pega un codazo en las costillas. Siento la húmeda tibieza en medio de la que estoy sentada. Un hilito de pis cae por el borde de la butaca y forma un charquito que se escurre por el piso hacia las filas de adelante. Mauricio me quiere matar, pero no dice nada. Pueda ser que nadie se de cuenta. Cuando salimos, dejando la película por la mitad, me dice.

- ¿Qué hacés, pelotuda? Ya no te alcanza con dormirte y roncar en el cine, ¡ahora también te meás!

4 comentarios:

  1. Jajajajaja increíbleee!!!

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  2. Toda una des-gra-cia-da.

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  3. Jodeme que esto pasó de verdad.

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  4. jaja no, Relato, pero si lo dudaste quiere decir que invento bastante bien. jaja!
    Lo único que es verdad es que soñé que iba a un lugar importante y que mi media estaba rota y dejaba ver unos pelos larguísimos en mi pierna, lo demás es ficción. :-)

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Gracias

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